viernes, 11 de marzo de 2011

Seiyuu Goddess

Ella está sola frente al micrófono llorando, el personaje que interpreta se transfigura en su ser, ese que todos creen conocer, pero nadie comprende, aún escuchando sus discos con portadas sonrientes de colores vivos, el antónimo de su alma.

Ella llora, como muchas seiyuus lo hacen, sus lagrimas no son un secreto, lloran frente al micrófono interpretando a la hermosa e irreal faceta manga que se convierte en un anime vivo gracias a esa maldición llamada voz que la transforma en ese ser condenado, ser seiyuu.

Hikaru no lo puede evitar, sigue llorando a pesar de que la grabación terminó, se transforma en esa diosa en luto que llora por haber perdido su humanidad y ha logrado la inmortalidad que nunca deseó.
Miles de cámaras la siguen, y muchos otakus imploran un autógrafo, una mirada, una bendición de aquella diosa Shinto cuyo templo yace en los apretados cuartos y corazones de sus fanes, que la escuchan en sus animes, discos y a veces observan en convenciones, es su diosa humana, su seiyuu favorita, Hikaru Kanashi.

Hikaru sigue llorando en la limosina que la lleva a su casa que parece Akihabara, miles de personajes que han cobrado vida gracias a su peculiar voz, y los premios que ha ganado gracias a sus lágrimas.
-No soy actriz, mis lágrimas son reales, realmente estoy triste, y no conozco la razón de mi eterno dolor.-

Hikaru sabe que muchos de sus colegas se suicidan cuando pierden su empleo, en la ciudad más cara del mundo, el suicidio es lo único gratis.

Hikaru toma la réplica de la espada de Senshi Musha, el personaje que interpreta en la serie “Samurai Princess”, el cual le ha hecho ganar la adoración por parte de sus fanáticos, decide interpretar por sí misma el seppukku por el cual muere su personaje en el manga, el final que le deparará a ella en el futuro.

Un otaku la observa por el ventanal de su mansión, ella lo percibe, él la observa como Botticelli a Venus.

Ella deja la espada en el piso, abre la ventana, le deja entrar, él llora y le dice:

-No sabes cuánto te amo, siempre lo he hecho, desde que oí tu voz, luego vi tu rostro, tengo todo de ti…Menos a ti.-

Hikaru llora, toma el rostro de su fanático, le pregunta:

-¿Realmente me amas tanto?-

Él la besa, ella siente el despertar de un dragón inmerso en su ser y procede a amarlo, ambos se aman en la sala de Hikaru mientras los personajes que ella ha interpretado y las caratulas de sus álbumes les observan poseerse.

Cuando terminan, ella abraza el cuerpo desnudo de su admirador y amante, el regocijo en él se traduce en un grito que desconcerta a Hikaru y le permite percibir la mentira que es su existencia:

-No lo puedo creer, la hice el amor a Senshi Musha.-

Procede a tomar la espada de ella y se va por la ventana aún vestido en su desnudez.

Hikaru desea gritar, pero aún debe conservar su voz, mañana grabará otro episodio de “Samurai Princess” y cantar frente a un público que la ama…Realmente ama a la diosa, no a la humana.

Inspirado en este texto, por favor, visiten este blog:

http://danielguerracaballero.blogspot.com/2007/05/mamiko-noto-suspiros-de-entre-lo-bello.html

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