Una breve sinopsis antes de la reseña.
Grbavica es el nombre de un barrio ubicado en Sarajevo, capital de Bosnia- Herzegovina. En este barrio, mujeres víctimas de la Guerra de Bosnia son atendidas por el gobierno.
Una madre soltera llamada Esma decide buscar trabajo en un club nocturno para poder financiar una excursión de su hija Sara, la cual le solicita el acta de defunción de su padre para poder obtener un descuento en el pago de su excursión. Cada vez que Sara le pregunta a Esma sobre este papel, Esma evade las preguntas.
En el transcurso de la cinta, las mujeres se sienten atraídas por dos hombres. Esma de un guardaespaldas del jefe del club nocturno, y Sara de un joven llamado Samir, cuyo padre murió en la Guerra de Bosnia.
La cinta es la opera prima de Jasmila Zbanic, y ganó el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín.
Grbavica no es una cinta fácil de ver porque duele, cada escena nos afecta de sobremanera, es incómoda, está hecha para lastimarnos, porque no existe un arma más poderosa para dejarnos indefensos que la verdad, la dolorosa verdad.
Desde su punto de vista técnico, su directora Jasmila Zbanic optó por el realismo al no utilizar música, solo sonido incidental. El sonido de la discoteca de mala muerte en la que Esma decide trabajar rebelándose de seguir asistiendo a aquella reunión de mujeres víctimas de la guerra en Sarajevo, o los murmullos de las mujeres víctimas de guerra y sus máquinas de coser; los sonidos toscos de aquella aula en donde insultan a Sara y está devuelve el escupitajo; el sonido de la pistola que Samir, el simil de Sara, le presta a ella ya que es el único recuerdo de su padre asesinado.
Esma se rehúsa a ser considerada una víctima, y sin embargo, sufre los embates de ser una madre cabeza de hogar, la madre de la problemática Sara, la testaruda hija que a costa de todo cree y quiere saberlo todo sobre su pasado, sobre aquel certificado de muerte de ese supuesto héroe de guerra probablemente asesinado por los chetniks y cuyo cadáver no ha sido encontrado; ese papel que su madre nunca le ha querido mostrar. Sus niveles de testarudez obligan a Esma a trabajar en ese antro que aflora en ella fantasmas que, al igual que Sara, nos dejan estupefactos. Todo por pagar una excursión en la que esta jovencita desea evadir las presiones de su atribulada adolescencia.
¿Por qué Esma llora y decae al observar a unas prostitutas y meseras ser acosadas por obtusos pretendientes? ¿Por qué Esma teme enamorarse de aquel guardaespaldas de mafioso que ve en ella la redención? ¿Por qué huye tanto a los cuestionamientos de su hija que al final decide apuntarle con la pistola de Samir para conocer la verdad sobre su heroico padre?
En el clímax, al haber soportado esos tortuosos silencios, ese incomodo montaje, esa fotografía de un Sarajevo oscuro y doloroso, pero de cierta manera, esperanzador. Al haber sobrellevado todo y escuchar de Esma la cruda verdad, la cual escupe en la cara de su hija, nos damos cuenta que la cinta fue un rompecabezas, una sinfonía en crescendo llena de pianissimos y con un explosivo fortissimo que retumba como las sinfonías de Wagner que Hitler, Nixon y tal vez Milosevic escuchaban.
Profundamente feminista, un tour de forcé de actrices, directora y anónimas mujeres, premiado con El Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín, que entra a colación en estos días por la defensa que la directora Jasmila Zbanic presentó frente a su colega Angelina Jolie y la censura presentada por las aspiraciones de Angelina Jolie de dirigir un filme feminista sobre la Guerra de Bosnia.
Hay que verla, y afrontar la verdad, que en la guerra las secuelas en las mujeres son terribles, verdades que se saben pero que se ignoran, como esta cinta, debido a que es más atractivo ver gente linda siendo lindos, y no mujeres de verdad afrontando el día a día con la cruz de ser mujer en un mundo de hombres.
Grbavica es el nombre de un barrio ubicado en Sarajevo, capital de Bosnia- Herzegovina. En este barrio, mujeres víctimas de la Guerra de Bosnia son atendidas por el gobierno.
Una madre soltera llamada Esma decide buscar trabajo en un club nocturno para poder financiar una excursión de su hija Sara, la cual le solicita el acta de defunción de su padre para poder obtener un descuento en el pago de su excursión. Cada vez que Sara le pregunta a Esma sobre este papel, Esma evade las preguntas.
En el transcurso de la cinta, las mujeres se sienten atraídas por dos hombres. Esma de un guardaespaldas del jefe del club nocturno, y Sara de un joven llamado Samir, cuyo padre murió en la Guerra de Bosnia.
La cinta es la opera prima de Jasmila Zbanic, y ganó el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín.
Grbavica no es una cinta fácil de ver porque duele, cada escena nos afecta de sobremanera, es incómoda, está hecha para lastimarnos, porque no existe un arma más poderosa para dejarnos indefensos que la verdad, la dolorosa verdad.
Desde su punto de vista técnico, su directora Jasmila Zbanic optó por el realismo al no utilizar música, solo sonido incidental. El sonido de la discoteca de mala muerte en la que Esma decide trabajar rebelándose de seguir asistiendo a aquella reunión de mujeres víctimas de la guerra en Sarajevo, o los murmullos de las mujeres víctimas de guerra y sus máquinas de coser; los sonidos toscos de aquella aula en donde insultan a Sara y está devuelve el escupitajo; el sonido de la pistola que Samir, el simil de Sara, le presta a ella ya que es el único recuerdo de su padre asesinado.
Esma se rehúsa a ser considerada una víctima, y sin embargo, sufre los embates de ser una madre cabeza de hogar, la madre de la problemática Sara, la testaruda hija que a costa de todo cree y quiere saberlo todo sobre su pasado, sobre aquel certificado de muerte de ese supuesto héroe de guerra probablemente asesinado por los chetniks y cuyo cadáver no ha sido encontrado; ese papel que su madre nunca le ha querido mostrar. Sus niveles de testarudez obligan a Esma a trabajar en ese antro que aflora en ella fantasmas que, al igual que Sara, nos dejan estupefactos. Todo por pagar una excursión en la que esta jovencita desea evadir las presiones de su atribulada adolescencia.
¿Por qué Esma llora y decae al observar a unas prostitutas y meseras ser acosadas por obtusos pretendientes? ¿Por qué Esma teme enamorarse de aquel guardaespaldas de mafioso que ve en ella la redención? ¿Por qué huye tanto a los cuestionamientos de su hija que al final decide apuntarle con la pistola de Samir para conocer la verdad sobre su heroico padre?
En el clímax, al haber soportado esos tortuosos silencios, ese incomodo montaje, esa fotografía de un Sarajevo oscuro y doloroso, pero de cierta manera, esperanzador. Al haber sobrellevado todo y escuchar de Esma la cruda verdad, la cual escupe en la cara de su hija, nos damos cuenta que la cinta fue un rompecabezas, una sinfonía en crescendo llena de pianissimos y con un explosivo fortissimo que retumba como las sinfonías de Wagner que Hitler, Nixon y tal vez Milosevic escuchaban.
Profundamente feminista, un tour de forcé de actrices, directora y anónimas mujeres, premiado con El Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín, que entra a colación en estos días por la defensa que la directora Jasmila Zbanic presentó frente a su colega Angelina Jolie y la censura presentada por las aspiraciones de Angelina Jolie de dirigir un filme feminista sobre la Guerra de Bosnia.
Hay que verla, y afrontar la verdad, que en la guerra las secuelas en las mujeres son terribles, verdades que se saben pero que se ignoran, como esta cinta, debido a que es más atractivo ver gente linda siendo lindos, y no mujeres de verdad afrontando el día a día con la cruz de ser mujer en un mundo de hombres.
Por cierto, esta nota la escribí para un diario local y nunca fue tomada en cuenta
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