lunes, 11 de abril de 2011

El bolero de Frida

Sobre la cama, ella recta, puede observar el caballete y la sucia blancura del lienzo al frente de sus ojos incomodamente con las almohadas que sostienen su cabeza recordándole que su columna vertebral aún funciona. A pesar de la armazón que sostiene su cuerpo y la rígidez que la caracteriza...Si, es Frida Khalo.
Alza sus manos, sabiendo que el cielo solo es cielo para ella si lo pinta, aunque aca solo sea la madera de su habitación, esa que conoce de memoria de tanto observarla encallada en esa vetusta cama que siempre huele a mujer.
Pinta venas porque es lo único que puede observar de sus manos, que estan ajadas, mas no muertas. Así luzca muerta no lo está, eso lo sabe, y por eso le duele el cuerpo de tanto vivir.
Recuerda cuando era tan solo una chica más que perdió la virginidad con un tubo de metal que la atravesó en un accidente, aunque ella sabe que muchas mujeres pierden la virginidad con tubos de metal en accidentes llamados machos...
Diego no está, su amado y odiado Diego, ese mounstrito travieso que la hace sentir mujer a veces, pero un hombre que no entiende a una mujer no puede gestar una en la cama, tal vez la pinte, pero la pintura debe palparse como un presentimiento, no ser un tosco mural que nada dice, balbucea, pero no dice nada...Tal vez contenga los ismos, pero no hay nada como los istmos, las marismas de una mujer, esas costas, esas marejadas, esos cayos y rocas, esas ninfas y sirenas, esa perdición y calma que es el oceano, o la mar, la mujer.
Frida pinta algo azul, mar o cielo, tal vez recuerda el bolero "El mar y cielo se ven igual de azules, y en la distancia parece que se unen. Mejor es que recuerdes que el cielo es siempre cielo, que nunca, nunca, nunca el mar lo alcanzará. Permíteme igualarme con el cielo que a ti te corresponde ser el mar"
De repente surge su anhelo llamado Chavela y le canta al oído con la voz del dolor: "Me tienes, pero de nada te vale, soy tuya porque lo dicta un papel, mi vida la controlan las leyes, pero en mi corazón que es el que siente amor, tan solo mando yo..."
-No Chavela, ¿Por qué dices eso? eso no es verdad, es solo una canción, porque me la susurras, acaso no ves que me matas con eso-
Frida sufre un espasmo, como una manzana que es lanzada al cielo la pintura cae fuerte sobre su armazón, tal vez manchando su piel, al menos si su rostro, y cabello... Eso no fue un orgasmo, fue solo un espasmo, uno similar a los del dolor que atraviesa su cuerpo.
- Diego, Diego, sueltame de mis amarres, y si,bañame, pero no como lo haces, no, no lo hagas, sumergeme en la tina, y dejame ahi, en el agua...En el mar...tirio"
Frida llora, como lo hace siempre, el agua caliente se confunde con las lagrimas, pero está ahí, en la tina, como siempre, observando a sus pies, que esta vez se asoman timidos tocando la lisa superficie de la bañera.
- Ya se me había olvidado lo que era resbalarse, lo feo es que siempre hay suelo abajo...¿Qué naca soy? Si me he maltratado tantas veces, ¿Qué me cuesta dibujarme unas alas?-
Frida otra vez esta sobre la cama, limpia, pero comienza a ensuciarse de su enfermedad, así que decide de nuevo pintar, menos mal le alcanza lo suficiente para comprar suficiente pintura, nunca ha tenido que desangrarse para pintar, como Diego.
Blanco y negro para alas, jajaja, ¿Por qué no de guacamaya, o negras, como las de ese cuervo que me observa, o como las de ese zopilote que quiere comerme viva. El único zopilote que me come viva es Diego, pero a ese si lo amo...Tal vez, las mujeres siempre terminan amando zopilotes?.-
Frida, como todo humano, desconoce el color de las alas de los ángeles, y como todo humano, se los imagina con alas, será envidia, tal vez.
-Ok, blanco y negro para las alas, y comenzaré a mezclar tonos para esa piel canela... "Que se quede el infinito sin estrellas, o que pierda el ancho mar su inmensidad, pero el negro de tus ojos que no muera, piel canela de tu piel se quede igual, si perdiera el arcoiris su belleza, o las flores su perfume y su color, no seria tan inmensa tu tristeza, como aquella de quedarme sin tu amor...Me importas tu, y tu, y tu, y solamente tu. Me importas tu, y tu, y tu,y nadie mas que tu"...- Callate Chavela, deja de cantar boleros en mi mente, ya, acaso no es suficiente con que mi vida sea mas triste que uno... Callate maldita...-
La pintura vuelve a flotar por el golpe de Frida, pero ella grita : - Demonio, dejame pintar un ángel, hijo de puta, aparécete, deseo a mi ángel.-
De repente el tono piel canela al fin se gesta,al igual que el blanco y negro de las alas y la pintura cae sobre Frida con la fuerza de un Dios dispuesto a amar.
La piel la pinta a ella, y todo cae sobre ella, incluso la habitación y Frida grita, de dolor, pero de un placentero dolor, diciendo: -Más fuerte, mátame ángel, llevame contigo, si es que puedes, despréndeme de todo, atrevete maldito.-
La pintura piel canela rompe la armazón, ahora es solo la piel de Frida, y este intenta recordarle que tiene piernas al frotar lo que se encuentra en medio de ellas.
Frida intenta mover sus apéndices, pero no puede, gime: -No..No...No, hermoso, no puedo, no tengo piernas, maldito, no las tengo, acaso deseas matarme, ayyy, mi columna.-
Se escucha una ruptura, como la de un dique, o de una columna romana, o la de los templos mayas cuando el final llegué y se alce Quetzalcoahl sobre los cielos.
Frida grita, pero Diego no aparece, nadie, está sola, como siempre, y siente el orgasmo de la muerte desprenderse de su columna rota.
-Ángelito, te amo, pero me mataste, me rompiste todo, me dejaste rota, ¿qué será de mi ahora?.-
El ángel al fin le habla y le dice: - Mira a tus lados, acaso no las sientes, tocátelas, son alas.-
Frida flota y ve a la Frida muerta tendida en la cama, sangrando como cuando perdió a sus crias, dejando atrás los frascos de formaldehido con fetos, las armazones, su doloroso todo, Frida al fin se mueve libre, como cuando era una virgen, ella decide dejar de mirar atras y decirle gracias al ángel con los ojos cerrados de la dicha.
- Gracias ángel.-
- No me agradezcas, tonta, acaso no me ves, o me oyes, tonta,jejeje, me llamo Frida Khalo, y pendeja, mira, ya caminas,jaja,disfrutalo.-
-Se que eso no es verdad, no pasó, solo me lo contaste cuando estaba tendida en la cama, y hablabamos sobre Frida, pero lo redactas ahora, porque ese día me lo dijiste sin palabras, simplemente quebraste mi columna con la fuerza de un Dios y cuando abrí los ojos de placer vi que no eras un ángel, o un demonio, sino Frida...Te convertiste en Frida para que yo fuera Frida...esa noche se gestó realmente "Las dos Fridas" y nos besamos con las arterias unidas, un rojo cordel sangrante, y la cama destrozada, los fetos en formaldehido, y claro, las alas, aún las siento, cuando toco mi espalda quebrada, están al lado de mi columna dórica, esa de nuestro templo cuando decidimos dejar de ser hombre y mujer, y ser Frida Khalo.-


Cuando el velo nocturno cubría aún más mi oscuridad innata en una noche cualquiera, cuya fecha marcaba en el calendario un 19 de febrero de 2011, esa noche, la llorona entró a mi vida de nuevo, estaba ahí, con su inquietante quejido, otra vez, en mi habitación, y eso noche hundía sus largas y hermosas uñas en mi corazón. Destilando gota a gota mi sangre, llenó la copa de sangría y me ordenó beberla, pero no tolero el vino, me dijo:

-Cobarde.-

Le dije:

-Es tu culpa.-

La llorona estuvo ahí siempre, envidiosa de que no la llamara en mi lecho de nacimiento, se encargó de aparecerse y ella, enamorada, lo logró.

Ella me cantaba con su adorable quejido en los boleros de mi niñez, enseñándome que el martirio era mi canción de cuna y la malvada reapareció con un sexy vestido gótico en mi juventud, apretando tan fuerte mi corazón, impidiendome amar, recordándome que si llegaba a amar a otra, me mataba.

Una mañana, después de haber comprobado que no la amaba más, hundió tan fuerte sus uñas en mi corazón que lo detuvo, y cada noche, volvía celosa a arrebatarme, a respirarme en la nuca, desparecer y despúes introducirse en mi y desdoblarme con su orgasmo.

Yo le decía:

-Si tanto me amas, llevame contigo.-

Pero deseosa me hacía sangrar blancos nubarrones y me dejaba ahí, tendido en mi lecho mortorio, satisfecha con mi sexualidad.

Un día se enojó demasiado porque le rogué su abandono, ya que añoraba a otro quejido, ella me tomó fuertemente, cada noche, mordiéndome, hipnotizándome, diciéndome que el amor era mentira, que ella era la verdad, que solo ella me amaba.

Cuando el hermoso quejido me abandonó, la llorona hizo que la extrañara, ahogándome en mi sangre, castigándome con la vida.

Otra noche, esa noche que te narro, volvió, porque sabía que había martirizado lo suficiente mi corazón con esa falsedad llamada amor, tan falsa como la mujer, porque solo la muerte fue sabia y cachonda conmigo, me susurraba boleros, y sexo, me hacía volar, hacía lo que se le venía en gana conmigo a su antojo, hasta que llegó Perséfone, la diosa, que reinaba sobre ella, y se sintió tentada.

¿Qué hacía alguien tan bello como la llorona amando a un simple hombre, un hombre que al sentir a Perséfone se alimentó de su sabiduria guerrera en una anodina noche de febrero?

La llorona intentó matarme de nuevo, pero comprendió que solo yo la hice mía, así que me amo por última vez esa noche, y se refugió en mi Hades.

Hades besó a Perséfone en la siguiente semana. Fríos, oscuros, distantes, frágiles, meláncolicos, misántropos, y con calderas infernales en sus ojos. Estigio y Letean en su sangre. Carontes en sus manos. Hidras, Escilas y Caribdis en sus cuerpos. Dos niñas que descubrieron ser diosas.

La noche posterior, la llorona salió del Hades y cubrió con su oscuro velo a Perséfone, aceptando que solo un hombre puede amar a Perséfone si resiste el paso de la muerte en su psique.

-Buenas noches Perséfone, soy la llorona, la calaca, la muerte graciosa y meláncolica de las noches de boleros y martirio, de poesías y canto. He adoptado el cuerpo de este hombre, él único hombre que deje beber de mi boca y mis senos, que palpó mis caderas, me hizo suya desde que era un niño. A este que herí y ahora soy yo, porque él ya está muerto. He aceptado mi condición, mi boca, mis lamentos, mi sexualidad indómita, esa ya es tuya mi Perséfone. Te rindo culto, se que es secreto cuando besabas a Hades, clamabas mi presencia llorando. Heme acá, fúndete con mi llanto, bébeme, embriagate.-

Y Perséfone extendió su blanquecino y mórbido brazo, bebe de la copa rojiza de sangría, al lado del cadáver del muchacho con orificios en su pecho destilando ambrosía, sonriendo al fin de haber aceptado a la muerte, su sabiduría, y su divinidad.

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